20.2.09

ENERGÍA, LUZ Y ORACIÓN: NUESTRA CONEXIÓN CON LA NATURALEZA

Cuando utilizamos la oración e invocación de Dios a través de la Virgen o los Ángeles, esa energía espiritual que recibimos será más fuerte; y con un efecto más rápido y perdurable, si lo combinamos con otras fuentes de luz provenientes de la naturaleza. Nos referimos a la del sol, la luna, las estrellas, los colores del amanecer o el atardecer. Todas esas manifestaciones de la naturaleza, proporcionadas por el Creador, son también fuente inagotable de energía.
Noten que tan importante son las fases de la luna en las mareas, como el sol ejerce sus efectos en las planta --ya que a través de sus rayos pueden elaborar la clorofila-- como los cambios de estaciones marcan la pauta de ritmos biológicos en animales y plantas. ¿Alguna vez se han preguntado por cuál razón los pájaros toman el sol y se mojan bajo la lluvia? La respuesta es muy sencilla, ellos simplemente están haciendo uso de la energía que esas manifestaciones naturales les proporcionan.
Nosotros como seres vivos, podemos beneficiarnos de la energía natural de la misma manera que las plantas y animales, porque también estamos expuestos a esas luces y sus efectos, y por algo Dios las creó. Si no, por qué en épocas lluviosas nos sentimos aletargados y hasta triste (bueno aunque hay algunos a quienes nos gustan los días lluviosos) y, contrariamente, cuando hay sol estamos alegres, despiertos y con más vitalidad.
Esa luz que nos viene de la naturaleza nos puede procurar; conjuntamente con la fe y la oración, mayor bienestar espiritual y físico. Por ejemplo, los rayos del sol para prevenir y mejorar enfermedades, la luz del amanecer para “recargarnos las pilas” o la del atardecer para combatir el insomnio y dependencia de somníferos, de la luna para que se nos cumplan nuestros buenos deseos, darnos valor o liberarnos de algo que nos mortifica.

Cómo y para qué orar con la luz del sol o de luna

Recibir la energía solar o de la luna y orar es de gran utilidad no sólo para mantenernos sanos sin también para curar. La luz del sol es más indicada para obtener mejoría y fortaleza física en caso de enfermedades y la de la luna, es más propicia para ayudarnos en problemas de índole afectiva o espiritual, fortaleciéndonos, dándonos valor y valentía, ayudándonos a tener resignación y/o paciencia. No se trata de adorar al sol o a la luna, no es esto lo que se quiere decir, sino orar o rezar en un ambiente en donde estemos expuestos a sus luces. Si es posible que sea en forma directa, perfecto. Pero también está bien que lo podamos hacer en un cuarto en donde entren los rayos del rey sol, o visualicemos a la luna. Es mucho mejor si nos es posible caminar o estar sentados bajo el sol o en la noche bajo la luna.
Al orar junto con la recepción de la luz del sol o de la luna,
estamos multiplicando los beneficios de la oración y por supuesto la ayuda celestial.
Es aconsejable que el lugar elegido nos permita estar algo aislados, sin interrupciones. Aunque puede haber sonidos como el canto de los pájaros, el sonido de las olas, una plácida música, el jolgorio de los niños, etc. La idea es que podamos concéntranos y relajarnos. Unos cuantos minutos bastan.
Para orar podemos utilizar las plegarias que practicamos de acuerdo a nuestra religión. En todo caso debemos elevar nuestras peticiones en tono positivo, a Dios, a la Virgen, o a los Ángeles. Si es a los Ángeles invoca a tu ángel de la guarda y a alguno de los Arcángeles.
Recuerda, no se trata de quejarnos por lo mal que nos va, se trata de pedir la ayuda celestial para curarnos ya sea física o espiritualmente, para que nos enseñe el camino apropiado para sanarnos o para sanar a otros seres queridos, para fortalecernos y poder afrontar la vida positivamente.
Es recomendable realizar esta actividad en las primeras horas de la mañana, al atardecer o al comenzar la noche. En esas horas no sólo recibimos la luz del sol o de la luna sino también la brillante luz del amanecer, los bellos ocres y rosas del atardecer. Y de noche bajo la obscura bóveda celeste…. quién quita si eres bendecido (a) por una estrella fugaz.

Y recuerda
“Donde entra el Sol [o la Luna] no hace falta el doctor”